Fragmento de “José”, novela inconclusa de Nestor Grancelli Cha con la colaboración de Ariel Kocik y
de otros colegas. Basada en la vida de un militante revolucionario de los años
setenta, hijo de un reformista universitario de los años de Perón, a quien
Grancelli protegiera de la represión militar, como antes lo hiciera con peronistas como
Ramón Prieto, si bien él era reformista y partidario de Arturo Frondizi.
La carta del protagonista es real, escrita en la cárcel de Rawson.
“Tiempo después José se
encontraba en el penal de Rawson, luego de un paso previo por la cárcel de
General Roca. Estos traslados requerían cada vez mayor fortaleza de
carácter. Su parte sensible afloraba por medio de la escritura.
Nunca había descubierto esa sensación que hacía estremecer su
preparación intelectual para volcarse a la pura experiencia. Y escribía
magníficamente, sin proponérselo demasiado.
Queridos viejos:
Cada día me doy más
cuenta de lo que significan ustedes para mí. Se trata de que son mis padres,
mis hermanos, mis amigos y mis compañeros. De lo que significa Córdoba o
Calamuchita. Esta cárcel es gris. Es muros grises y arena. Cielo gris y
gaviotas. Piedras y viento. Gris y gris. Viento y pájaros pesados y grises. No
hay un árbol, ni pasto, ni sol. Y sin embargo, mi mente no se “engrisa”. Tengo
mucho verde adentro. Tengo a
Córdoba adentro. Y mis ojos
ven sol cuando pienso en los que quiero.
Esto es mucho para mí, y
se une a que ahora somos más gente. El contacto humano se hace fundamental,
ya que lo natural es casi nulo. En Roca teníamos una ocupación muy linda: medir
cómo subía el verde a los álamos, cómo desaparecía el seco en la cancha, cómo
el cielo era cada vez más limpio y azul. Aquí no hay eso. Pero festejamos
cuando el sol aparece y no hay viento. Tocando
la dimensión de la alegría que eso significa. Sentir
cómo te va entibiando hasta darte calor.
Me fui. Estaba hablando
de la relación humana que es excelente. Aquí crecen amistades. No solo de
adentro sino también de afuera. Esto quiere decir que valoro lo que significa
un amigo, un compañero, en una altura más alta que antes.
Más cosas nuevas: la
alegría. No solo la risa, sino la alegría de hacer cada cosa que hacés.
Saber sonreír de adentro (a veces no hace falta sonreír de afuera, aunque otras
sí) cada minuto que respirás. Y esto unido a la disciplina que permite que el
día sea productivo. Parece fácil, ¿no es cierto? Pero es difícil. Hace falta
voluntad para combatir los vicios que te llevan a la fiaca y a perder tiempo. Pero
nada importante se logra sin vencer dificultades. Las cosas evolucionan
dialécticamente hacia la superación de las contradicciones. Y los hombres
también. En eso estoy. No he logrado demasiados éxitos, pero eso no significa
que no siga luchando.
No les pregunto cómo
están porque espero su visita. Constantemente pienso en ustedes. A pesar
de las separaciones y de las diferencias, existe el lazo del cariño, que puede
estirarse, pero que no se rompe. Yo no sé claramente cómo voy a vivir cuando
salga, pero lo que sí sé es que aquí hay un hijo y un hermano que los quiere
mucho, y que siempre los va a querer cada vez más.
Algunas cosas de aquí. La
comida mejora un poco. Lo que está al pelo es la gimnasia, y siento endurecerse
mis músculos día a día. Hago también ejercicios para la pierna “chotonga” que
mejora bastante. Y al fútbol estoy jugando bien como defensor. Hacemos partidos
contra otro pabellón de presos políticos, casi todos tucumanos, que hasta ahora
nos tienen de hijos. Los sábados y domingos podemos tocar una guitarra. Muchos
saben tocar y cantar, así que tenemos una peña hermosa.
Bueno, termino. Besos,
besos y besos .
Hijo y hermano. José”